miércoles, 30 de julio de 2014

El gusanito


Carver, el Chéjov norteamericano, dijo una vez que todo relato literario necesita que de pronto aparezca un sentimiento de riesgo o amenaza. Decir eso era o es como manifestarse a favor de la tensión narrativa, promover la sensación de que hay algo inminente, de que ciertas cosas se mueven fatalmente hacia algún sitio imprevisto. En caso contrario, decía Carver, no hay cuento. El autor demostró su teoría en un relato cuyo título es largo. ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? Ahí se narra la historia de una pareja encantadora, un hombre y una mujer jóvenes que una noche, luego de dormir a los niños, se ponen a hablar en paz y sin guión previo como lo hacen siempre. En ese momento aparece en el cielo de los dos una ligera nube que no parecía nada grave. El hombre quería saber si la mujer le había sido infiel dos años atrás con un tal Mitchell Anderson, un episodio que parecía no apagarse nunca. La charla inocente, claro, se convierte de pronto en un pozo sin fondo. John Cheever, otro escritor estadounidense, escribió un cuento conocido como El gusano en la manzana. En este caso hay una familia tan extraordinariamente feliz que el narrador sospecha acerca de la posibilidad de que exista un gusanito escondido en la sonrosada fruta. En vida y literatura estas cosas pesan y de paso demuestran lo que ya se sabe de sobra. Hasta en el paraíso hay mosquitos.
L.

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