Los cuentos más eróticos de la literatura latinoamericana contemporánea son La señorita Cora, de nuestro Julio Cortázar, y Tan triste como ella, del uruguayo Juan Carlos Onetti. Curiosamente ambos relatos se caracterizan por la habilidad de sus autores para omitir nombres de órganos sexuales, detalles alusivos, escenas calientes y/o pornográficas de las que sobran en las cincuenta sombras de Grey. Los autores a quienes se les da por ese lado suelen poner en sus textos demasiada y vana información. Si un escritor empieza a decir la curva de...muy pronto suena todo a la manera de un tratado ginecológico. Sólo Joyce se salvó de eso. Joyce, Flaubert, Calvino y unos pocos más. Es cierto que a veces la mención de palabras sucias puede resultar provocativa. Pero al cabo de un tiempo el recurso se vuelve monótono. Ya no excita y encima aburre. En literatura erótica, como en toda expresión artística, siempre conviene decir más con menos, o, mejor aún, mostrar y no decir.
L.
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