viernes, 18 de julio de 2014

Elogio del error

Es muy bueno equivocarse. Yo diría que es fundamental. ¿Cómo aprenderíamos si no erráramos? No habría manera. Hay que amar a la mujer equivocada, hay que andar el peor camino, hay que hundirse en el remolino para que el agua misma nos vuelva a disparar hacia arriba. Los que no se equivocan no solo no aprenden sino que no viven. Apenas sobreviven en su mundo de falsa perfección. El otro mundo, ese que resbala, el que tiene olor y agujeros no siempre amables, hacia ahí tenemos que ir. En caso contrario no hay salida.
L.

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