domingo, 20 de julio de 2014
Matar el tiempo
¿Por qué esa obsesión de tanta gente por matar el tiempo o soñar con la llegada del día feliz o despreciar el presente como si fuera una desgracia? ¿De dónde salió la idea tan absurda de que siempre hay que entretenerse con algo, abrir la puerta, cerrar la puerta, viajar a no sé dónde, prender la tele, apagarla, leer una novela divertida, no leerla, pasarse horas en el gimnasio o hablar por celular sin pausa ni destino? ¿Es que siempre hay que estar haciendo algo? ¿Lo contrario, es decir, quedarnos quietos, sería el crimen mayor que se podría cometer? ¿Y por qué tanto empeño en matar el tiempo? ¿Qué hizo de malo? ¿Cuál es el delito cometido por las horas, las cantoras y las doctoras? Lo que pienso no es original pero voy a exponerlo a continuación. El tiempo es algo muy interesante y además es lo único valioso que tenemos. Por tal motivo no deberíamos matarlo sino entregarnos a él como si fuera un ser amado, un dios, una estrella fugaz. Y entregarnos sin planes, sin pasajes, sin proyectos, sin aparatos, sin urgencias ni turgencias. Vivir la vida porque sí, sin para qué ni para quién, por el solo hecho de respirar y oír el paso de los autos allá abajo. El viento. El tiempo. El sentimiento. ¿Por qué matar, así como así, a nuestros mejores compañeros de camino? ¿Tiene algo de malo el simple y sencillo acto de no hacer nada?
L.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario