miércoles, 23 de julio de 2014

Escritura en discusión

Enseñar a escribir bien es una tarea que por momentos se vuelve imposible. La primera dificultad es que no existen reglas para el oficio. Todo vale si funciona. El propio maestro duda a la hora de dar indicaciones. Voy a hablar en primera persona para no involucrar a otros en el tema. Yo tenía y tengo aún la idea de que al escribir hay que animarse a nombrar, quiero decir, evitar las abstracciones, las generalizaciones, lo simbólico eterno. Si una mujer se desnuda es eso lo que debe decirse. O, para tomar el famoso ejemplo de Quiroga, si un aire frío viene del río no existe otra manera mejor de decirlo que así. Pero esto que parece sencillo no lo es tanto. Hay en realidad mil maneras distintas de referir el desnudamiento de una mujer o la brisa que llega desde un río o un mar. Qué problema. Segundo problema. No siempre nombrar es aconsejable. A veces debemos, como digo en los cursitos, agujerear el discurso, nombrar menos, darle al texto respiración y al lector, por lo mismo, posibilidades infinitas de llenar los agujeros. Sería como si autor y lector escribieran juntos un texto que no leerá nadie. ¿Animarse a nombrar? ¿Animarse también a callar? Como se ve enseñar a escribir bien es una tarea que por momentos se vuelve, sí, imposible. 
L.

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