martes, 23 de octubre de 2012

Consejos

Cada vez que leo los consejos que dan poetas, novelistas y editores para escribir bien recuerdo un libro que me impactó mucho en la adolescencia. Se llamaba Técnicas sexuales modernas y supuestamente iba a decirme cómo ser un atleta con las chicas. Pero nada de lo leído en el instructivo amatorio se comparó a mis experiencias concretas en ese campo. Lo poco que sé me lo enseñaron unas cuantas mujeres pacientes y generosas. Leo en una revista española consejos de veinte autores consagrados y la decepción es similar a la que tuve leyendo las técnicas modernas. Lo principal es leer, dice uno de ellos. No es verdad. Conozco lectores tenaces y criteriosos que son incapaces de escribir una sola línea bien compuesta. La constancia es básica, dice otro. Tampoco es cierto. Hay escritores inconstantes y muy buenos como Clarice Lispector. Una novelista de renombre sugiere escuchar música mientras se escribe, algo ridículo desde todo punto de vista. El mejor consejo que leí en la lista pertenece a un tal Fernando Aramburu que recomienda a los literatos aprendices "ser genios". La genialidad, ironiza el hombre, ayuda a evitar complicaciones. Para no ser menos quiero decir desde mi pobre y acotada experiencia que sólo se aprende a escribir escribiendo. No se me ocurre otro modo. El movimiento se demuestra andando. Termino de escribir esto y comprendo que se trata de una nueva falacia. Ningún consejo más entonces. 
Sé tu propia lámpara, dicen los budistas.
L. 

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