miércoles, 31 de octubre de 2012

El buzo


Soy un pez imperfecto, duro, complicado. Mi piel está cubierta de escamas rarísimas. Escafandra, aletas, plomo, casco, guantes, visor, tanque, chaleco, manómetro, regulador. Para ser pez hay que ponerse una armadura. Desde la plataforma de un barco, con el gesto desaprensivo del paracaidista o el suicida, doy un paso hacia el abismo. Me encomiendo a la diosa del mar y pienso. Algo tiene que haber allá abajo así como hay una mujer desnuda debajo de la ropa de cualquier mujer. La tapa del océano se rompe en mil pedazos. No sé si estoy en el aire o en el agua. Veo por fin las joyas que escondía el cofre. Burbujas de silencio en el desierto de los ruidos. El olvidado reino de la delicadeza. La música que empieza donde terminan las órdenes. Ahora miro el mar con ojos de pez imperfecto, duro, complicado, pero libre, acaso, por primera vez.
L.

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