domingo, 28 de octubre de 2012

Victoria póstuma

La diosa fortuna, o la fama que es algo parecido, presenta entre sus variantes una especie rara y conocida como victoria póstuma. Aquel que se decidió por el máximo rigor creativo está muerto para los otros. ¿Por qué? Porque su talento no está en venta. La fama póstuma es tan inútil como anticomercial. Los ejemplos de mentes superiores que triunfaron después del último suspiro son tantos que impresiona. Alcanza mencionar a Kafka, a Benjamin, a Pessoa, a Van Gogh. El mundo habría sido muy diferente si hubiesen sido victoriosos en vida quienes alcanzaron el triunfo en la muerte. Pero la fama póstuma de algunos resulta de algún modo inevitable. Es un valor que pertenece a los inclasificables. A los únicos. Los innumerables intentos que se han hecho por escribir "estilo Kafka" o "estilo Pessoa", por ejemplo, fracasaron todos. Apenas sirvieron para resaltar el carácter único de los grandes. Es esa originalidad absoluta para la que no cabe rastrear ningún predecesor y que no tolera seguidores ni siquiera entre los mejores representantes de la raza.
L.

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