miércoles, 17 de octubre de 2012

No buscar

Luciana, compañera de yoga, busca amor. Al parecer lo tuvo hasta hace algunos meses pero, también al parecer, ya no lo tiene. Luciana es delgada, linda, inteligente, fina, culta, simpática, etcétera. Más de uno la mira con malicia cuando hace la vela y la parte inferior de su remera se desliza peligrosamente hacia abajo. Para colmo usa unos lentes rojos que le dan cierto aire de intelectual moderna. Me doy cuenta de que la carencia afectiva, o como se le quiera llamar a eso, le preocupa. Aún así le digo que, sin dejar de estar atenta al paisaje, no busque más. Le sugiero que siga concentrada en su ser, que lea, que viva su vida, que no espere, que no busque, que no haga nada. Ella lo acepta en general pero no en particular. Cita a Pizarnik. Habla del vértigo de la búsqueda. Cita a Lispector y no sé a quién más. Le digo que una pareja no es lo principal de la vida. Ella acepta pero, en un mail, se queja claramente. Necesito amor, insiste. Me hace falta. Yo cito a Freud y replico que toda mujer está caracterizada por la falta. Que ni diez mil amores o amantes solucionarán esa herida constitutiva. Le digo que, en todo caso, lo que necesitamos todos es alguien que nos acompañe a estar solos. En ese punto, al menos, la chica de lentes rojos estuvo de acuerdo.
L.

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