miércoles, 5 de diciembre de 2012

Servidores públicos

Me cuenta Luciana, compañera de trabajo, el caso de Magui, una amiga que sostiene por razones incompresibles una relación de pareja desastrosa. El chico es muy estructurado, hace planes de vida a cien años, todo muy ordenadito, y eso molesta a Magui. Pero no está ahí el problema mayor. De tanto en tanto el hombre entra en crisis existenciales, depresiones o algo así. Frente a ellas Magui decide ocuparse de todos y cada uno de los problemas anímicos hasta "contener" a su compañero y resolver sus angustias. La pareja no mejora por eso. Al contrario. Empeora cada vez más. La historia narrada brevemente evoca a muchos otros servidores públicos que dan vueltas por ahí. Se trata de gente muy buena, o eso parece, que abandona sus proyectos personales, también sus conflictos, para ocuparse del próximo prójimo. Presentada así la cosa suena solidaria, linda y aún ejemplar. No lo veo así. Creo que los servidores públicos gozan de algún modo con su supuesta entrega. La tarea les sirve de paso para abandonarse y no hacerse cargo de la dificutad que implican los desafíos vitales. No hace falta añadir que la mejor manera de ayudar a alguien es ayudarse primero a uno mismo, adquirir más consistencia y, a partir de ahí, proyectarse amorosamente a los otros. Los servidores públicos no sirven a nadie. Mejor sería que abandonaran el altruismo y aprendieran a poner límites. Le harían un favor al otro. Se harían un favor a sí mismos.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario