lunes, 14 de julio de 2014

Cómo hacer el amor


Hay un cuento no muy conocido de Abelardo Castillo, autor argentino más desconocido que el relato, titulado La fornicación es un pájaro lúgubre. El texto es complejo y no viene al caso hablar de eso en tiempos donde el gran público lee las cincuenta o sesenta sombras de Grey. Bender, el protagonista de la historia, dedica unas líneas a explicar lo que para él significa hacer el amor. En otras palabras lo que dice o escribe es que esa acción equivale a armar algo sin nombre, a levantarlo piedra sobre piedra, arco a arco, columna a columna, y dejarlo instalado sobre el mundo como un desafío a Dios. El amor, dicen Bender o Castillo, no puede hacerse en unas horas o semanas. Se tarda años. Hay hombres y mujeres que mueren sin haberlo hecho nunca y sin saber cómo se hace. Hay chicas y chicos (pienso en la Argentina de los setenta, pienso ahora en tantos jóvenes palestinos o ucranianos o eslovenos) a los que asesinaron sin haberles dejado levantar una sola viga. Hay generaciones y pueblos enteros que son diezmados, supliciados, ardidos, sin darles tiempo a reunir los materiales necesarios para hacer el amor. ¿Y de qué se trata la cosa exactamente? Eso Castillo no lo dice. Cada cual sabrá. Alcanza con saber que construir una flor es un trabajo de siglos.
L.

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