Los débiles están desarmados, se equivocan, carecen de herramientas y no saben a veces como ingresar al mundo que los rechaza. Los fuertes pueden más que ellos en casi todos los terrenos y hasta es lógico que así sea. Están entrenados, bien alimentados, apoyados por las leyes y las ideas instaladas. Por si fuera poco tienen satélites que miran todo desde el cielo y aviones sin alma que pueden matar a una pequeña hormiga escondida en la cueva más oscura y secreta de la tierra. ¿Qué pueden hacer los débiles ante semejantes poderes? ¿Cómo podría defenderse por ejemplo esa dulce y pequeña hormiga de enemigos tan grandes, potentes y omnipotentes? Quizás las cosas no sean como aquí se las plantea. Quizás las preguntas no estén bien formuladas. Quizás los débiles no sean tan débiles. Quizás los fuertes no sean tan fuertes. Habrá que armarse, sí, pero de paciencia, y, por qué no, de una invencible esperanza.
L.
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