Andrea dice que tiene ganas de tener hambre. Yo le digo que coma pero ella prefiere quedarse con sus ganas. Yo le digo que quiero leer. Pero no leo y doy vueltas. Andrea dice que lea y me deje de joder. Andrea dice que ahora sí tiene hambre. Yo no digo nada pero abro por fin un libro y lo subrayo con marcador verde. Ahora sí tengo hambre, dice Andrea. Y me pide que deje el blog de una vez. Eso me obliga a apagar la computadora después de escribir ésto y de paso cerrar el libro recién abierto en la cama y pensar en algo concreto como cocinar, comer, buscar un sitio en el barrio. Y así -dice también Andrea- pasa el tiempo, la vida y todo lo demás.
L.
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