jueves, 28 de abril de 2011
Naufragios
Cada noche es un pálido naufragio. Algo lento que se hunde. Un pequeño barco. Uno grande. Ningún barco. Algo que sería y no fue. Nos preguntamos por qué la nave naufragó tan pronto. Si todo había sido bien planeado. Si el viento inflaba las velas como pechos. Si estaba escrito en la frente y en el culo que nada faltaría. Pero a último momento un tornillo no encajó en el hueco. Se dijeron cosas indebidas. Un gesto. Una maldición. Un naufragio más para anotar en el cuaderno de viajes. La misma libreta donde figura el trayecto perfecto de mañana. Con seguridad. Mañana. No habrá problemas esta vez. Todo ha sido cuidadosamente calculado, medido, organizado. La balsa construida por mujeres entrenadas. La nave, la noche, las velas encendidas uno o dos minutos antes de apagarse.
L.
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