viernes, 22 de abril de 2011

Maldita Feria


Me había prometido, jurado, ir a la Feria del Libro sin comprar libros esta vez. Tengo demasiados en mi cuarto, en la cocina, en la cama y hasta en el baño. No era mal plan. Limitarme a ver de reojo los stands, comprobar que mis libritos El silencio y Lo inalcanzable estaban bien expuestos (y lo estaban), escuchar el tedioso discurso de Vargas Llosa favorable a un liberalismo inexistente y cínico, sonreír a las bonitas e insinuantes promotoras, tomar fernet con coca y "devolverme" como dicen en Colombia. Ahora veo la montaña de libros que compré y me dan ganas de llorar. Mentira. Miro la montaña con muchas ganas de escalarla, hundirme en ella, hoy mismo, cuanto antes. Paso a detallar el diverso resultado de mi inversión. El nacimiento de la filosofía (Giorgio Colli / Tusquets); Desnudez (Giorgio Agambem / Adriana Hidalgo); Lo crudo y lo cocido (libro sobre mitos del antropólogo Claude Lèvi-Strauss/ Fondo de Cultura Económica); Spinoza Filosofía Práctica (Gilles Deleuze / Tusquets); Poemas de Pavese (Fundarte/ Alcaldía de Caracas); Rayuela, de Cortázar, editada por la Biblioteca Ayacucho; Polémica/ Sor Juana Inés de la Cruz (también en versión bolivariana); dos novelas de François Cheng: La eternidad no está de más y La voz de Tianyi (Losada);  Vida de Cristóbal Colón (Bartolomé de las Casas / Biblioteca Ayacucho); El molino y la higuera, Para un pueblo fantasma, Cartas para reinas de otras primaveras, todos del amadísimo poeta chileno Jorge Teillier. ¿Tendré tiempo en lo que me queda de vida de explorar a fondo todas las tierras conquistadas?
L.

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