domingo, 24 de abril de 2011

Sexo y escritura

La facilista y obvia metáfora del hombre que escribe con lápiz ya no sirve. Tampoco la de la pluma (o lapicera) que derrama su tinta en el papel. Todo eso acabó con la computadora y el feminismo. Pero al margen de los cambios tecnológicos la escritura implica siempre un desgarramiento y, de algún modo, el anhelado fin de la virginidad. En cierto momento la mano tiene ganas de agarrar, de deslizarse con urgencia sobre el teclado en una experiencia fugitiva e inmediata. Luego sobreviene un cierto grado de decepción. No todo puede decirse, no todo puede agarrarse, sólo una zona es tomada y de manera parcial. El resto se ubica en lo inalcanzable. Por eso se dice que toda escritura es erótica. Porque muestra apenas una parte. Porque se deja tomar pero con límites precisos. Porque pide siempre -como los cuerpos- segundas, terceras, infinitas veces.
L.

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