Supongamos que me hubiera casado con ella y no con la otra. En tal caso sería ella y no la otra la que me llamaría desde la cama. No sería la otra la que me diga que deje el blog, la computadora, los mails, que vaya con ella de una vez, que la vida es ahora y ese tipo de frases que dice y repite en noches como ésta. Pero como estoy casado con la otra y no con ella las cosas ocurren de manera diferente. Y mientras subo fotos al blog o leo mails y sigo adherido como chicle a la pantalla, es la otra quien me pide que apague la computadora, que hace frío, que me acueste en cucharita muy pegado y que ahí, como corresponde, me quede y me entregue. Y no sería raro, para terminar, que la otra me diga que la vida es ahora y ese tipo de frases que dice o suele decir en noches como ésta.
L.
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