lunes, 11 de abril de 2011

Elogio del desierto


En el desierto no hay ruido no hay gritos no hay baterías. En el desierto no hay autos ni asaltos. Sólo un hermoso vacío. En el desierto hay caravanas de beduinos o raros pingüinos. Hay también un cielo claro, recuerdos felices, pan, misterio y luna llena. El desierto nunca está desierto. De repente hay oasis de agua limpia donde toman baños, desnudas, las mujeres más hermosas de la tierra. Ellas se enamoran y se entregan y, al despedirse, se convierten en arena y espejismo como todo lo demás.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario