miércoles, 20 de abril de 2011

Vargas Llosa y sus amigos


Quién iba a imaginar en la Argentina que un narrador peruano de primer orden como Mario Vargas Llosa se reuniría con quienes jamás lo han leído ni lo leerán. Me refiero a esos extraños y oscuros deportistas llamados Duhalde, Macri o De Narváez. Los tres mosqueteros, con toda seguridad, no deben ni haber oído hablar de La guerra del fin del mundo, de La ciudad y los perros, de La historia de Mayta o de Conversaciones en la Catedral. Quienes lo hemos leído y criticamos hoy su derechismo raigal sabemos que lo que restará más allá de las opiniones que esta noche se viertan en la Feria del Libro lo que va a quedar es, como siempre, la obra. Borges admiraba a los militares y hasta saludó a Videla. ¿Pero a quién le importa eso frente a su grandeza? Vargas Llosa critica a lo que llama "democracias payasas" donde incluye a Evo (indio, sucio, negro), a Chávez (loco, feo, enfermo), a Cristina (montonera), a Dilma (guerrillera), al uruguayo Mujica (tupamaro). En cambio ensalza al pinochetista Piñera o al paramilitar y corrupto Uribe en Colombia cuyo triste gobierno, anterior al de Santos, califica de "espléndido". Pero qué buena La fiesta del chivo, pero qué linda La casa verde, pero qué divertida la novela Pantaleón y las visitadoras. Y qué útiles y claras las Cartas a un novelista. Eso quedará del Premio Nobel de Literatura 2011. Eso y nada más.
L.   

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