Cuando una mujer se enamora reviste al objeto de su amor con todas las cualidades propias o imaginarias. Siente la necesidad de transformar a su compañero en un ser muy importante. Lo idealiza. Cree de veras que es un genio. Y hasta consigue que también él lo crea. Más tarde lo cuida maternalmente. El varón, ahora convertido en hijo, pasa a ser tratado como una figura omnipotente. Ella lo protege y estimula, también en el plano sexual, para evitar por cualquier medio que se derrumbe. El ciclo se extiende por un tiempo más o menos extenso hasta que la mujer se cansa, pide el divorcio, o, para no perder tiempo, arma la valija y se va muy pero muy lejos.
L.
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