Más abajo hablé de los amores sin cuerpo. ¿Pero y los cuerpos sin amor? ¿Y los cuerpos abandonados? Una masajista me dijo un día que muchos ancianos y ancianas la contratan porque nadie, ya, los acaricia gratis. Un cuerpo en el cual no hay siquiera una boca o una mano que se deslice por la piel se pone triste o se cae a pedazos. No estoy hablando ahora de cuerpos que no son penetrados o halagados sexualmente. Sólo acariciados, olidos, abrazados. Con eso alcanza. Un cuerpo sin amor reclama cualquier forma de contacto. Y si la recibe está dispuesto a todo. Un cuerpo sin amor tiene derecho a ser amado y protegido por algo tibio y suave. Cualquier manera de amor vale la pena. Cualquier cuerpo -también el gordo, el sucio, el feo- sueña con ser homenajeado al menos una vez en la vida.
L.
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