Casi todas las cartas (ya nadie escribe cartas) y los mails carecen de destinatario. Lo mismo pasa en los diálogos. Pura apariencia. En todos los casos cada cual monologa como esos locos que hablan solos en la calle. Millones de monólogos se cruzan en las redes sociales. Resultaría muy sorprendente que alguien escuchara realmente a otro. Y si lo hace piensa de inmediato en su propia vida. Esto puede resultar exagerado. Lo es. Pero en esencia no difiere mucho de lo que realmente pasa entre la gente. Tal vez los cuerpos se entiendan. Pero las almas, como dice el poeta, son incomunicables.
L.
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