Como parte de un ejercicio periodístico suelo preguntar a tal o cual alumna qué virtud valora especialmente en un hombre. En la mayoría de los casos las chicas mencionan la inteligencia o el humor o las dos cosas a la vez. Pero entonces viene de mi parte una repregunta que da por tierra con tanta lucidez y sensibilidad. ¿Y si ese hombre inteligente y simpático pesara por ejemplo ciento cincuenta kilos? ¿Y si encima tuviera sesenta, setenta o noventa años? En tal caso la reacción de las niñas es invariable. Eso sí que no, dicen. Eso no. De ninguna manera. ¿Adónde fueron a parar la inteligencia y el humor? La situación lleva a otra duda más interesante aún. ¿Julieta habría amado al montesco Romeo si al joven le hubiesen faltado cuatro dientes exhibiendo un gran agujero negro en medio de la dentadura? Dejo aquí la pregunta a modo de simple e inocente provocación.
L.
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