Bicicleta postergada por lluvia hasta nuevo aviso. Entonces colectivo lleno, lento, irrespirable. Consigo ubicarme en un lugar próximo a una joven que habla a la vez por dos celulares. En uno con un tal Fede. En el otro con la madre. No hay grandes variaciones por el cambio de interlocutor. La conversación, o lo que llaman conversación, dura cuarenta minutos o quizás más. Los temas son diversos pero insustanciales en todos los casos: situación geográfica de cada cual, composición exacta de los respectivos desayunos, dolores en el cuerpo detallados hasta límites alucinatorios, nuevas referencias geográficas (lógicas si se tiene en cuenta el inevitable movimiento de los cuerpos), situación de los trenes y otros vehículos, nuevas alusiones a las comidas consumidas en los tres casos, relato preciso de las actividades cotidianas, maldito tren, maldito colectivo, maldito celular. Pienso en bajar y lo hago. Camino cuadras y cuadras bajo la lluvia. El agua es suave y no dice palabras.
L.
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