Sale Paula de ducharse con una ridícula toalla anudada en la cabeza. Estamos en el cuarto y yo leo algo en la computadora. Me burlo de Paula y le digo que ese turbante es ridículo. Paula está desnuda, se quita la toalla que envuelve su pelo aún mojado y eso la vuelve más desnuda aún. Suena de pronto una música en guitarra y ella se pone a bailar un vals como si nada. Le digo que se apure. Le recuerdo que debe ir al trabajo y que yo también debo bañarme. El tiempo, le digo, se acaba para todos. Pero ella baila y se ríe en un tiempo sin tiempo que no termina nunca y, de seguir así, no acabará jamás.
L.
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