martes, 7 de agosto de 2012

Por un egoísmo socialista

Se supone con razón que el egoísmo favorece a los egoístas en sus aspiraciones mezquinas. Pero no siempre es así. Basta ver lo que sucede en estos días en la ciudad de Buenos Aires. Ante el paro de los subtes los automovilistas salen a la calle con su egoísmo girando en cuatro ruedas. Creen que de ese modo van a salvarse y en realidad se hunden en un pozo del cual sólo después de varias horas, y ocupando un espacio enorme en calles y avenidas, salen destruidos. Mucho mejor les va a los ciclistas y caminantes. El egoísmo dominante en el mundo se traduce en una grave tragedia para los egoístas. El cambio climático generado por las máquinas egoístas impiden a los egoístas disfrutar de sus riquezas. La inseguridad generada por la injusta distribución de las riquezas afecta a los egoístas al ser asaltados a mano armada o asesinados. Ni siquiera los barrios cerrados y egoístas se salvan de la desgracia. Se trata, en resumen, de una completa estupidez. Alguna vez los egoístas conscientes entenderán que para poder ser bien egoístas tendrán que ceder al colectivismo. Mientras más colaboren en el cuidado del planeta, mientras más liberen de autos a las ciudades, en la medida que colaboren en la preservación de las especies y la atmósfera colaborarán, por añadidura, con su familia egoísta, sus parques egoístas y su futuro egoísta. Conclusión. A un egoísta inteligente no le queda otra opción que trabajar por el socialismo en todas y cada una de sus formas.
L.

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