viernes, 24 de enero de 2014

No ceder

Hay algo en cada uno de nosotros que no se adapta a ningún orden, a ningún poder, a ninguna influencia por más grande y efectiva que sea. Y ese algo es el deseo. Es lo que abre las puertas de la libertad individual y colectiva. El deseo es revolucionario. Naturalmente se opone a quienes pretenden controlarlo. Tampoco el deseo sexual se deja moldear. Tampoco la vocación oculta. Tampoco lo que nos da miedo o vergüenza. Si cedemos ante el deseo todo puede derrumbarse. Si no cedemos florecerán mil flores. Esto es así aun sabiendo que el deseo incluye una cuota inevitable de dolor. No hay satisfacción plena para el deseo. Pero su ley instaura el divino reino del ojalá. Y ese reino está habitado por la única felicidad posible.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario