sábado, 18 de enero de 2014

Y ahora soy catalán

En los últimos días decidí convertirme en catalán. No tengo motivos de peso para el cambio. Yo era argentino, tomaba mate, me gustaban los asados, tocaba el bombo en las marchas y escuchaba a Spinetta, a Charly García y a Piazzolla. Ahora no sé qué me agarró. Ya me habían influido dos blogs amigos de Barcelona. Uno se llama Somnis de la mar y el otro la vida té vida propia. Aclaro que en catalán la o de propia va con un acento al revés. Pero mi teclado no me lo permite o yo no sé hacerlo que es igual. En mis cursos de crónica tuve una muy buena alumna catalana llamada Laura Molero. Eso influyó también. Laura escribía y aún escribe con gran personalidad. Mucha gente me dice que Barcelona es hermosa. No tengo dudas al respecto. Me dicen que hay mar, edificios de Gaudí, calles amplias y gente muy cordial. La gota que colmó el vaso es haber descubierto, gracias a una amiga ecuatoriana, a Sílvia Pérez Cruz, divina y diez mil veces divina cantante de ese lugar. De Silvia me enamoré para siempre. Los que quieran entender por qué escuchen en este blog por lo menos el tema El gallo rojo interpretado por ella. O Pare meu que significa padre mío. Sigo. Pep, un fiel y cultísimo seguidor de este blog, siempre me traduce los poemas catalanes o directamente pone al pie de los posteos frases inolvidables en esa lengua imposible. Qué más. Serrat es catalán y me gusta algo que canta o cantaba llamado Saps. Creo que en Cataluña yo sería feliz. Ahí no tendría calor ni angustia ni dolor de espalda. Disfrutaría de la brisa y de noche caminaría por la playa junto a Silvia Pérez Cruz cuyo apellido rima con Gruss. En conclusión. A partir de ahora soy catalán. ¿Cómo se despedirá uno en ese idioma? Ya sé. Adéu o Salut. Pero no estoy seguro.
L.

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