sábado, 18 de enero de 2014

Y ahora soy chileno

Desde hace meses o años decidí convertirme en chileno. No tengo razones de peso para justificar semejante cambio de nacionalidad. Pero así es. Me dolió el golpe contra Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Un tiempo antes yo había cruzado la frontera y colaboré junto a un grupo de jóvenes voluntarios en la construcción de un parque infantil cerca de Ñuñorco, en Santiago de Chile. El lugar se llamaba René Schneider, nombre de un militar leal a la democracia asesinado demasiado pronto por la CIA y sus aliados locales. No creo que exista hoy ese parque infantil. Pero lo dicho no basta para explicar mi nuevo documento chileno. Me gustaban y me gustan Violeta Parra, Víctor Jara, los Inti-Illimani, los Illaupu y por supuesto los veinte poemas de amor de Pablo Neruda...incluyendo la canción desesperada que está al final. Mi poeta preferido es chileno y se llama Jorge Teillier. Mi lugar más amado en el mundo está en Chile y se llama Valparaíso. Qué más. Sigo enamorado de Camila Vallejo, ahora diputada, aunque me haya sido infiel con un ex dirigente estudiantil con quien acaba de casarse y tener un hijo. Pero ya se aburrirá. Me encanta la isla de Chiloé, un poco más allá de Puerto Montt. Me gusta la playa santiaguina de Reñaca, aunque el agua es demasiado fría para mi gusto. De Viña del Mar no voy a decir nada. Me gustan los documentales de Patricio Guzmán, en fin, son tantas cosas las que me atraen que no puedo resumirlas ahora. Chile es un país muy largo, trágico y delgado. Mil cosas terribles y hermosas han pasado ahí. Me gusta especialmente el norte, cerca de Antofagasta, donde mientras las viudas de los desaparecidos buscan los restos de sus hijos y esposos con una palita en el desierto, los astrónomos aprovechan el cielo más puro del mundo -el que protege al desierto de Atacama- para buscar, con telescopio y sin palita, las estrellas más bellas y perdurables del universo. Y eso sería todo.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario