lunes, 13 de enero de 2014

No es sin sombra

Entre nosotros la sombra tiene mala prensa. Nadie la quiere y es observada con horror. Occidente en su conjunto considera que el mayor aliado de la belleza es la luz. Diferente es lo que ocurre en Japón donde el enigma de la sombra es bienvenido. A tal punto es así que cuando alguien busca vivienda, por ejemplo en Kyoto, se asegura de que tenga zonas de sombra o contraluz donde sea posible descansar. El tema está bien desarrollado en un muy recomendable libro de Tanizaki titulado Elogio de la sombra. En Japón la oscuridad contribuye a establecer lazos de amor indestructibles. Ya sea en un cuerpo, una piedra o una pared la supresión de los efectos sombríos es allá un atentado a la estética. Es por eso que los japoneses no experimentan ninguna repulsión hacia la oscuro. Al contrario. Gozan de las tinieblas y observan en ellas una belleza particular. La luz, en cambio, es pobre y deprimente. Como el ruido y como todo aquello que la gente de por aquí encuentra divertido. Tanizaki admite que el Japón de hoy está siendo ganado por la cultura occidental. Las sombras poco a poco se disipan también ahí. Queda sin embargo la vía artística. Oscurecer las frases y los cuadros. Hundir en la sombra lo que resulta demasiado visible o evidente. Escribir, pintar y hasta sacar fotos sin adornos y sin buscar la fama. ¿Será eso posible?
L.

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