domingo, 12 de enero de 2014

No es sin eso


Escribir para no perderse en lo cotidiano. Leí esto en un libro lleno de frases tan perfectas como inútiles vinculadas a los motivos diversos que podrían llevar a alguien a escribir, a cantar, a pintar o a bailar. Digo inútiles porque las frases no sirven para nada. La idea propuesta, sin embargo, no es mala. No lo es siempre que se tenga en cuenta que sin lo cotidiano no hay vida. Hablo de lo común, lo de todos los días, las tareas que demanda la vida práctica para hacer posible la vida no práctica. Dicho de otro modo. No hay más allá sin más acá. No hay lo alto sin lo bajo. No hay lo puro sin lo impuro. El tema da para más. Podría añadirse que nada de lo que hacemos se realiza totalmente sino en una pequeña parte. De esa carencia podríamos sacar una conclusión errada y preguntarnos para qué hacer algo que en definitiva está destinado al fracaso. Pero la existencia requiere esos señuelos, es una forma de llamarlos, por más efímeros, engañosos e incompletos que resulten. Lacan, el continuador de Freud, desató el nudo aquí expuesto con sólo cuatro palabras ya clásicas. No es sin eso. Por si no se entendió. No hay vida trascendente sin vida intrascendente. Pero lo cotidiano solo no alcanza. Por eso escribimos, por eso soñamos, por eso amamos.
L.

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