domingo, 19 de enero de 2014

Y ahora soy estadounidense

Y por fin conseguí la visa norteamericana y adquirí la nacionalidad estadounidense. Nadie puede entender como yo -reconocido izquierdista, terrorista y extremista- me niego a pensar que los Estados Unidos se limitan a su condición imperialista, a las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki, a las de napalm sobre Vietnam, al golpe organizado por Nixon contra el gobierno socialista de Salvador Allende, a la probada complicidad de ese país con las masacres en Colombia y tantos países, a los drones cotidianos, al eterno bloqueo a Cuba o a las mortales hamburguesas de McDonald's. Esa gran nación cuenta además con una de las constituciones más dignas del planeta. En los Estados Unidos hubo gente como Hemingway, Joan Baez, Pete Seeger, Angela Davis, Truman Capote o Martin Luther King. Woody Allen nació también en ese país. Si no fuera por él no hubiésemos visto Manhattan o Extraños amantes. En los Estados Unidos nacieron y escribieron Raymond Carver, el gran John Cheever y por supuesto Walt Whitman, el autor de Canto a mí mismo. Pero lo más importante no lo dije. En los Estados Unidos viven dos mujeres de las que me enamoré para siempre jamás. Una es Scarlett Johansson, la de Perdidos en Tokio. La otra es Winona Ryder aunque digan que roba toallas en los supermercados y se hace siempre la interesante. Yo creo que los Estados Unidos dejarán de ser alguna vez los asesinos jurados del mundo. Yo creo en los peces de colores y en la hermosa ciudad de Nueva York, especialmente cuando llueve y...Scarlett anda cerca.
L.

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