Las medusas no son malas. Si actúan lo hacen sin intención. La naturaleza se ocupó de dotar sus entornos con un ácido ciertamente venenoso que ofende sin querer al entrar en contacto con cuerpos, aves, sueños y peces. El dolor que producen es comparable a un duro latigazo. Se han contabilizado muertes por tal motivo. Pero no hay maldad en las medusas. Y son muy bellas cuando se desplazan por el océano. Los tentáculos caen como cabellos y por momentos parece que latieran como corazones sin rumbo. En algunas regiones se las conoce como aguas vivas. La metáfora es hermosa. Aguas vivas. Pero aun así se las puede amar y perdonar. No son malas. Carecen de intención. En ocasiones pueden ser letales, sucias, traidoras.
Pero es dulce el veneno que destilan porque sí.
L.
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