Por un instante el relator abandona el estadio como un pájaro y se distrae con el aire en movimiento. Sopla fuerte el viento y las trompetas aturden a todos. Los jugadores no se oyen entre sí y hasta el silbato se diluye. El viento no deja de soplar y de silbar. En el campo de juego todo es confusión. Los futbolistas renuncian a los planes y piensan con las piernas, los genitales y los sueños. Se dejan afectar por lo imprevisto. No hay destino. El fútbol compone una rara y bella combinación. El viento, las trompetas, los gritos inaudibles, los goles en contra y a favor, el accidente convertido en ley. Nadie entiende nada. Pero todos corren buscando algo. Si no esperan lo inesperado jamás lo encontrarán. Sopla fuerte el viento de la gracia y la desgracia. Es lo único real en el estadio y en la vida.
L.
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