Una grieta en Fukushima filtra radioactividad al Pacífico. Los técnicos informan que el índice de yodo en el agua supera 4.385 veces el límite admisible. Es cierto que más grave que eso son los muertos, los refugiados, los desplazados luego del tsunami japonés. Pero aún así. Una isla de basura plástica flota, además, en ese mismo océano. Nace en California, deja atrás a Hawai, llega casi al Japón y tiene una superficie que duplica el territorio continental de Estados Unidos. Las partículas de plástico afectan a 267 especies marinas en el mundo, incluyendo al 86 por ciento de todas las clases de tortugas, al 44 por ciento de las especies de aves y al 43 por ciento de las especies de mamíferos del mar. Unos y otros confunden la basura con huevos de pescado. En el estómago de varios animales se han encontrado jeringas, encendedores, cepillos de dientes, celulares y otros objetos que creyeron alimento. Más de un millón de aves y más de 100 mil mamíferos marinos mueren cada año por la ingestión de desechos plásticos. La hermosa playa de Santa Marta, en Colombia, está ennegrecida por el carbón. Ese mar también ha muerto. Quién esté leyendo esto quizás se sienta a salvo. Pero lo que flota en el océano (sea plástico o material radioactivo) entra en los animales y llega finalmente al plato de comida y a la vida de todos. ¿Qué hicimos hoy para evitarlo? ¿Qué haremos mañana?
L.
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