lunes, 4 de abril de 2011

Todos los amores son difíciles


Con vistas al concurso del blog (ver detalles en columna adjunta) recibimos numerosas consultas respecto a determinar mejor de qué hablamos cuando hablamos de amores difíciles, es decir, del disparador elegido esta vez para escribir. Puntualmente se pregunta si hablamos de parejas, de padres e hijos, del amor a la humanidad o a las mascotas. La respuesta es siempre la misma. Cualquier manera de amor es válida. Todos los amores, además, son difíciles. Aún los felices. Pero hay algo más. En escritura importa más el cómo que el qué. Dicho de otro modo. El tema, el amor en este caso, es lo de menos. Lo que decide siempre es el trabajo cuidadoso y casi artesanal con las palabras, o sea, con las herramientas usadas, o sea... con la forma. Dicho sea de paso y cambiando un poco de asunto. Muchos amores se tornan difíciles porque en ellos se descuidó, justamente, la forma de vivirlos y hacerlos. No hay tiempo que perder entonces. A escribir en Suspende que se acaba el mundo.
L.   

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