viernes, 30 de septiembre de 2011

Poesía eres tú


Ya nadie lee poesía salvo como un hecho excepcional. A lo sumo se trata de una especie de accidente o desperfecto que pronto es reparado.Es una pena porque así como se han perdido especies animales y vegetales -también idiomas enteros-, así como se han perdido ríos y frutas y amores, la vida sin poesía, ese conjunto de palabras que está antes o después de la palabra, se empobrece notablemente. Poesía es algo distinto al lenguaje convencional. Es lo idealizado y bello aunque su asunto sea terrible. Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social. Pero su belleza puede ayudar a sobrevivir ante todas las miserias. Todo poeta de verdad, no hablo de aquellos que van a lucirse en veladas a micrófono abierto, es sobreviviente de una perdida edad. La poesía es una enferma grave a la que se le toleran algunos caprichos en espera de su muerte futura y segura. El capitalismo intenta matar la poesía para convertirla en objeto de lujo y lucirla luego como curiosidad en los centros comerciales. Para qué insistir. Ahí están César Vallejo, Jorge Teillier, Pizarnik, Safo de Lesbos, Li Po y tantos poetas chinos, árabes o egipcios de la antigüedad. También Rimbaud, el mejor Neruda y hasta el creacionista chileno Vicente Huidobro o el brasileño Drummond de Andrade. Y eso para no nombrar a Federico García Lorca (El día que yo me muera /Dejad el balcón abierto). Religión natural del hombre, larga y prolongada vacilación entre sonido y sentido, la poesía es, ha sido, para Lacan, una violencia que atenta contra el uso cristalizado de la lengua. Por eso, justamente y ante la lengua congelada y torpe que ya no sirve ni para besar, la poesía es lo único que podría salvar al mundo de la imbecilidad cotidiana.
L.

Me gustas tú

jueves, 29 de septiembre de 2011

The killers


Los asesinos no tienen cara de asesinos. Eso lo aprendí esta tarde, en una pequeña sala tribunalicia de la calle Comodoro Py, Buenos Aires, Argentina, asistiendo a una audiencia relacionada con hechos atroces ocurridos aquí en los años setenta. Creo haber estado a no más de un metro de Alfredo Astiz y el Tigre Acosta entre otros seis o siete integrantes del grupo de tareas 3.3.2 que operaba en la Escuela de Mecánica de la Armada. También estaban ahí el médico Carlos Capdevila, asistente de torturas, el secuestrador Donda, Rolón y algunos más. Todos secuestraron, torturaron, asesinaron y violaron mujeres. Pero ninguno tiene cara de malo o criminal. Al contrario. Los más ancianos parecen buenos abuelitos. Astiz, con su jopo ladeado, hojea revistas como si fuera un adolescente. Lo hace mientras hablan los fiscales o sus propios abogados. Alguno se duerme. Otros parecen escuchar desde lejos como si se hablara de hechos remotos y ajenos. Habrá que estar alerta. Los asesinos no tienen cara de asesinos. Hasta es posible que estemos durmiendo con el enemigo y ni sospechemos el peligro. 
L.

Fin de mundo

El día del fin del mundo
será limpio y ordenado
como el cuaderno del mejor alumno.
El borracho del pueblo
dormirá en una zanja,
el tren expreso pasará
sin detenerse en la estación,
y la banda del Regimiento
ensayará infinitamente
la marcha que toca hace veinte años en la plaza.
Sólo que algunos niños
dejarán sus volantines enredados
en los alambres telefónicos,
para volver llorando a sus casas
sin saber qué decir a sus madres
y yo grabaré mis iniciales
en la corteza de un tilo
pensando que eso no sirve para nada.

Los evangélicos saldrán a las esquinas
a cantar sus himnos de costumbre.
La anciana loca paseará con su quitasol.
Y yo diré: "el mundo no puede terminar
porque las palomas y los gorriones
siguen peleando por la avena en el patio".

Horizonte del mundo

Futuro del mundo


No hace falta ser apocalípticos o ampararse en la supuesta profecía de los mayas para considerar el fin del mundo como posibilidad. La barbarie es algo ya familiar en casi todos los países. Incluye hambre innecesario en muchas regiones (se producen alimentos para doce mil millones de personas en un mundo habitado por siete mil), las ciudades pobladas de autos se vuelven inhabitables incluso para los automovilistas, la violencia brutal es ejercida en todas partes como un hábito virtuoso, la solución final del nazismo sigue aplicándose en varios países ante la mirada impávida de la opinión pública. Y qué decir de la crisis ecológica. Se ha puesto en marcha una destrucción gigantesca de plantas, suelos y animales, es decir, de todo eso que hizo posible la vida sobre la tierra durante millones de años. Dice Bataille que al hombre le toca elegir ahora qué destino piensa darle al derroche y a la destrucción. Si festivo o bélico, si pacífico y violento, si gozoso o terrible. No queda mucho tiempo para pensar.
L.

Origen del mundo


Pintado en 1866 el perturbador cuadro de Gustave Courbet sigue generando rechazos, adhesiones e interrogantes. No tanto porque muestre zonas del cuerpo femenino desconocidas o veladas sino justamente por lo contrario, es decir, por haberse animado a representar lo real casi hasta superar el límite del horror. Courbet desechó en esta pintura los filtros del tabú y cualquier forma posible de sublimación, metáfora o abstracción. El resultado está a la vista. La excesiva presencia de lo deseado, el realismo extremo, el objeto de deseo libre de máscaras y velos puede llegar a ser repulsivo sin perder por ello un cierto encanto. Desde otro plano el cuadro ha sido condenado como sacrílego por asociar la creación divina con las miserias de la biología. Y, también, por poner de relieve el sexo femenino de una manera casi pornográfica y eliminar el rostro de la modelo, la pelirroja y ya olvidada Joanna  Hifferman. L'Origine du monde representa de algún modo el callejón sin salida al que había llegado la pintura realista tradicional. Demuestra, a la vez, la inutilidad de la representación pura en favor de la sublimación, la abstracción, la capacidad de simbolizar lo deseado. Después de la fuerte impostura de Courbet los artistas se volcaron primero al arte abstracto y posteriormente al expresionismo. Lo real por sí mismo dice poco. O dice lo obvio que es menos inspirador aún.
L.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Películas


Jugamos hoy con Andrea a recordar nombres de directores de cine que nos gustan y películas que también nos gustan. Lo hacíamos mientras caminábamos por la calle rumbo a ninguna parte. Sin querer armamos una buena lista. Limitada pero buena. La mujer de la puerta de al lado (François Truffaut), Con ánimo de amar (Wong Kar-wai), Mi vida sin mi (Isabel Coixet), La vida secreta de las palabras (también Coixet), Jesús de Montreal (Denisse Arcand), Invasiones bárbaras del mismo director, Las alas del deseo (Wim Wenders), Señales de vida (Werner Herzog), La strada (Federico Fellini), La habitación del hijo y Caro diario (Nanni Moretti), El arco, del coreano Kim Ki-duk. Esas fueron algunas de las películas que aparecieron en el juego. Por el momento no hacen falta más.
L.

La parte y el todo


Creo que ha llegado la hora de renunciar a la totalidad y consagrar la parte. No hacen falta demasiados argumentos para aceptar la idea. Todo no se puede. Eso lo dice hasta mi abuela. Todo el amor, toda la justicia, todo el placer, toda la felicidad. La vida misma es fragmento de un discurso olvidado. De la muerte no se puede decir nada. La noción de eternidad es simpática pero abstracta, rara, inmaterial. Trato de buscarle la vuelta al absoluto pero no le veo ninguna ventaja. Al contrario. Vienen después las grandes decepciones. Más vale jugarse por el instante que es todos los instantes, por un amor aunque no sea "el" amor, por un trabajo aunque no sea el soñado. Dejaría solamente la idea de totalidad pensando en una mujer. No puedo considerarla como un conjunto de prótesis o lugares por mejores que sean. Supongo que algo así pensará la mujer de los hombres. Ahí sí totalidad. Sobre todo si de amor se trata. Pero aún en este asunto no queda más que renunciar a lo completo y consagrar por fin el reino sutil de lo inacabado.
L.

Lucerito sin vela

martes, 27 de septiembre de 2011

Límites


Cuando Bataille define al erotismo como transgresión a la ley, algo así como un carnaval de la fe cristina, no defiende con ello un retorno imposible a la sexualidad animal. Tampoco propone una liberación orgiástica en la que todas las prohibiciones quedarían definitivamente abolidas. Traspasar un límite no significa borrarlo. Desde esta visión la prohibición es tan necesaria como la transgresión. Todos viviríamos así desgarrados entre la razón y el deseo, entre el bien considerado conveniente y el mal considerado insensato. Sin la mezcla de gozo y dolor, pasión y peligro, inocencia y culpa, el erotismo se convertiría en un horror similar al de las violaciones o en una triviliadad, es decir, el sexo visto como actividad comercial y deportiva o como práctica higiénica de la pareja monógama o como diversión de fin de semana. Pero el erotismo, como la fiesta o el arte en todas sus formas, no tiene otro fin que romper el aislamiento cotidiano de los seres y establecer entre ellos un contacto íntimo, sutil y desesperadamente vital.
L.

¿Y las cartas de amor?


¿Qué sucede con la correspondencia amorosa en tiempos de facebook, chat, twitter, blackberry y mensajes electrónicos? En el siglo XIX, y aún en el XX, las cartas románticas iban acompañadas a veces de un mechón de pelo, rastros de rouge, perfumes, huellas digitales, señales entre pasionales y mortuorias. ¿Y ahora? ¿Qué pasa ahora? Ya no hay tinta, no hay borroneos, no hay sangre, no hay siquiera un tiempo de espera angustiosa y anhelante. El ausente está presente. Siempre. O decide permanecer ausente y no contesta los mails. No contesta y ese es el mensaje. No hay carteros. Se acabaron los papeles doblados e introducidos en un sobre misterioso. Se acabó lo íntimo. En la era de la reproducción técnica se terminó lo sagrado. Pero en las grietas, como siempre, está Dios que acecha.
L.

Mujer sin razón

Viaje al pasado


Luego de 16 mil experimentos cuidadosos y persistentes un grupo de científicos europeos determinó que los neutrinos, partículas subatómicas de difícil encuadramiento y configuración, se moverían a velocidades superiores a la de la luz, es decir, viajarían por el espacio a más de 300 mil kilómetros por segundo. De confirmarse la verdad del descubrimiento, algo que se debate acaloradamente en estos días de calor, uno de los pilares centrales de la ley de relatividad de Einsten caería en desgracia. Las consecuencias del experimento rozan, por momentos, lo alucinatorio. Una de las conclusiones establecería como posible el viaje al pasado. Se generaría un desorden en las secuencias que pondría patas para arriba el desarrollo "natural" de los hechos. Una bala podría ser disparada antes de que el dedo apriete el gatillo y un beso en la boca alcanzaría a gestarse mucho antes de que los amantes se conozcan. Viajar en el tiempo sea, quizás, lo más alarmante de todo. ¿Por qué? Porque no existe en el pasado ningún lugar tranquilo. Ojalá se trate de un error. Ojalá el pasado se quede en el pasado.  
L.

Cuerpos I

Cuerpos II

lunes, 26 de septiembre de 2011

Antílopes


El antílope caminaba cojeando entre el fango. Cuando estaba a punto de tocar la orilla del estanque, las fauces de un cocodrilo aparecieron en escena y se adhirieron a la pata trasera izquierda del animal. Cerré los ojos y me aferré a la esperanza de una muerte inmediata. Cuando los abrí, estaba en una silla de masajes de un salón de belleza. Una mujer joven, de cabello rubio y ojos de color almendra, sumergía mis manos en una vasija llena de agua. “¿Está muy duro, cariño?”, decía mientras delineaba las uñas y les quitaba la cutícula con una tijera muy fina. “Bueno, mi amor, estos son los colores de esmalte que tengo”, agregó segundos después. El antílope seguramente murió y ahora estaban los delfines, que saltan sin oficio o, quizás, con el único objetivo de alcanzar lo inalcanzable.
Andrea

Nonsense


No me resigno al absurdo constante. Al sinsentido de existir. Tiene que haber alguna lógica en todo esto. Es imposible que las cosas no tengan algún hilo, que la gente hable como loca, que yo siga escribiendo en este blog, que haya tanto ruido en todas partes y tantos aparatos encendidos como luces o neutrinos y ningún diálogo o cosa parecida a un intercambio razonable de formas o contenidos. Vivir sin meta, día a día, segundo a segundo, respirando ficciones horribles, medianas o maravillosas. Puras invenciones incoherentes, raro intercambio de figuritas, silencio interrumpido una y mil veces, mil veces y una, mil y una noches absurdas, tontas e inolvidables.
L. 

El deseo


Se desea solamente lo olvidado. Por esa razón lo recordado no puede ser deseado. Primero el oscuro objeto debe alejarse un poco del recuerdo, luego un poco más, finalmente desaparecer de la vista como los barquitos en el horizonte. Luego uno entra en cierto estado de rara neutralidad. Se imponen las ocupaciones, los temas, los diarios, las cuentas. La memoria cae en un tubo por donde hace rato no pasa el agua. Es entonces cuando se desea el agua. Cuando deja de pasar por el tubo metálico. Se desea solamente lo olvidado.
L.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Horizonte

La salvación


Sí, salvarse, pero de qué, de quién, de cuándo. La idea de salvación remite a cosas inmensas pero también a menudencias. Salvarse de un pesado, de ahogarse en la pileta, de una pareja que ya no entusiasma, de un trabajo mal pago o estresante, del domingo a la noche, de la semana que se anuncia. En un plano más amplio, quizás cristiano o musulmán, se alude a la salvación total y completa. Juicio final, sálvate de ti mismo (error, sálvate a ti mismo) ir al cielo, ese tipo de cosas. ¿Salvarse gracias a alguien? Imposible. ¿Salvar a alguien? Más difícil todavía. Una opción. Salvación por la obra.
L.  

Ecosistema sexual en tierras lejanas


Al suroeste de China viven desde hace dos mil años los mosuo, una etnia de 40 mil personas. Las familias mosuo están dominadas por las mujeres y sus hijos que viven sin ninguna preocupación sobre quiénes son sus padres biológicos. La mujer puede tener todos los amantes que quiera, sin que sea criticada por elllo. El sexo y la familia están separados por una barrera estricta. A los 13 años las chicas reciben algo que en dialecto mosuo se llama cámara de flor. Es un dormitorio donde ellas pueden invitar, recibir o rechazar a sus amantes. Los varones, a su vez, pueden elegir a cualquier mujer, tener varias amantes y visitar su cámara de flores siempre que ellas lo permitan. El sexo nocturno es un asunto privado. También hay parejas monógamas y los hombres pueden formar sus familas aparte. Se considera que los mosuo han creado, en las montañas situadas alrededor del lago Lugu, un ecosistema sexual igualitario.
L.
Dado que la única forma de acceder al mundo que tenemos es la palabra (no podemos ser árboles o ríos o perros o palos) tendremos que admitir que la vida es sueño, ficción amplificada, eso que Lacan situaba en la dimensión de lo imaginario. Este blog no es excepción a esa irrealidad constitutiva y esencial. Todos y cada uno de los posteos de Suspendelviaje no son más que una trama textual. No nos interesa usar este espacio como catarsis. No hacemos confesiones personales acá. Y aunque lo íntimo y secreto se filtre a veces en los huecos del lenguaje el resultado es un fenómeno que va más allá de nuestro control y, sobre todo, de nuestra supuesta intención.  

sábado, 24 de septiembre de 2011

La caída


La vida es ambigua pero no confusa. La vida es clara. No se entiende pero es clara. La confusión es transparente. El río es ambiguo pero no confuso. El río es claro. No se entiende pero es claro. La confusión del río es transparente como sus aguas. El amor es ambiguo pero no confuso. El amor es claro. No se entiende pero es claro. La confusión es transparente. El amor es ambiguo pero no confuso. Y si es confuso mejor dejarlo caer hasta que aclare.
L.

El vuelo

viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Qué día es hoy?
Es todos los días, amiga
Es toda la vida, amor
Amamos y vivimos
Vivimos y amamos
Y no sabemos qué es la vida
Y no sabemos qué es el día
Y no sabemos qué es el amor.

Estar a salvo


El sueño de muchos, para no decir de todos, es ponerse a salvo del peligro. Desde la salida del útero materno el mundo se vuelve una versión de la intemperie. Y desde ese instante pasamos los días y las noches buscando salvavidas, amores en los cuales podamos refugiarnos, el paraíso de donde fuimos expulsados. A veces damos con alguien y creemos haber resuelto el problema. Pero no. Porque ningún lugar que nos mantenga realmente a salvo puede depender de un otro. Porque cualquier otro, además, es inseguro y efímero por definición. Un tembladeral. 
L.

Las palabras y las cosas


Hay entre la gente una preferencia generalizada por el encubrimiento en todas sus formas. Nadie o casi nadie designa a las cosas por su nombre. Lo que más encontramos son raros sinónimos, eufemismos hipócritas, maravillosos rodeos para eludir el verdadero sentido del ser. En el terreno político abunda el doble discurso o el triple. Y en el campo de la sexualidad algunos hablan de encuentro amoroso cuando en realidad quieren aludir a otra cosa. Pero se equivocan. La palabra griega eros no es más que una traducción posible de la palabra amor. Daría la impresión de que hay algo sucio en eros y algo limpito, blanco brillante, en el amor. Sería más sano decir lo justo en cualquier caso. Y sin avergonzarse. Por lo demás -como advirtió Freud- sea cual sea el tema en discusión se empieza cediendo en las palabras y se termina cediendo en los hechos.
L.

Escena dos

jueves, 22 de septiembre de 2011

La novedad

La novedad no siempre es buena. Al contrario. Casi nunca es la esperada. La novedad puede ser la más triste noticia de todas. Y sin embargo se la lee, la primera vez, con cierta inocencia, medio en broma, como si no fuera esa mierda que es. O como si afectara a otro. Eso la primera vez. Bajo el impacto inicial. Pero cuando la cosa decanta, cuando baja y se hace carne o nubes o viento del desierto, la novedad cae como una masa de plomo en la cabeza. Y uno no sabe dónde meterse. Y ruega para que no haya más noticias en el día. Pero habrá otras. Claro que sí. Y habrá que prepararse para todo.
L.

Palos


Dan pena los perros encerrados. Da pena verlos atados con correa y llevados por un paseador a la manera de una manada invisible. Eran libres antes. Eran lobos y dueños del cielo y de la tierra. Ahora sobreviven como pueden en balcones, patios pequeños, cuartos cerrados. Ya no comen liebres desgarradas con los dientes sino alimento envasado. Me cuenta Andrea que hasta no hace mucho, en Colombia, la aparición en la calle de dos perros copulando generaba la ira cruel de la gente. Veían ese acto como una ofensa al pudor cristiano. En resumen. Mataban a palos a ambos animales y de esa manera evitaban el mal ejemplo social. Qué locura. Un perro se monta sobre la cola de una perra sin pensamientos, sin angustia, sin felicidad, sin conciencia. Lo hace apenas siguiendo la ley del instinto. Dan pena los perros. Mi perro. Pirata. De él estoy hablando.
L.

Discurso amoroso y convencional


Leo historias de amor frustrado obtenidas por mis alumnos mediante entrevistas a jóvenes amigos y amigas. Más allá de los detalles, las ingenuidades o las situaciones particulares lo que llama la atención ahí es la utilización reiterada de expresiones gastadas y regastadas por el uso. Así concebido el discurso no es tan amoroso como convencional y, casi en todos los casos, aparece entrampado en las telarañas de la costumbre. Los lugares comunes del género son conocidos pero no por eso menos sorprendentes. Siempre hay un primer beso, algo llamado piel, química o mucha química. Los protagonistas, también siempre, saben todo lo que va a ocurrir. No hay lugar para el azar o lo imprevisto. Son como actores de una obra ensayada mil veces. En el medio hubo alguien agregado o quitado del feisbuc. Un chat caliente. Un encuentro donde las bocas se encontraron en un beso interminable, sí, interminable. Algunas parejas hacen el amor toda la noche sin interrupción, siquiera, para ir al baño o comer. Las mujeres enamoradas tienen siempre mariposas en la panza. No podrían ser iguanas o libélulas. Deben ser mariposas. Los hombres chamuyan siempre. Las mujeres caen en la trampa una y otra vez. Siempre hay una ex novia embarazada o casi. Siempre hay un siempre y nunca hay un nunca. La repetición me desconcierta y me rebela.  ¿Resulta definitivamente imposible hablar con voz propia sobre algo? ¿Sí o sí hay que expresarse con el lenguaje impuesto, aburrido y preconcebido? Una sola cosa es verdad. Tampoco puede pretenderse pureza total en este campo. Quien huye del mal gusto, decía Neruda, cae en el hielo.
L.   

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La noche de la iguana

Espejismos

Un oasis puede ser un espejismo. Lo dice un lector y amigo de este blog. Lo dice al pie de un posteo ubicado más abajo referido a Suspendelviaje. De acuerdo. Pero no sólo un oasis o un blog pueden ser espejismos. De algún modo todo o casi todo lo es. Caminantes del desierto agobiados por la sed ven cosas que no existen. Creen en ellas y en ellas se sostienen. Ven a una mujer desnuda. Ven un río de agua helada. Ven un bosque, un perro alado, un amor. Espejismos. Es casi todo lo que hay. Hasta el desierto es ilusorio. Falso.
L.

Primavera de un solo día


Hoy hace un día primaveral en Bogotá. Supongo que así es o debe ser la primavera. Un sol brillante y un viento persistente y tibio. Para la tarde se anuncian varias marchas de protesta en la ciudad. Por suerte no tengo que salir de la oficina. Eso también es desafortunado porque me pierdo la primavera de un solo día. Logré destapar una botella de agua mineral con un encrespador de pestañas. Ese ha sido el mayor éxito de la semana que empieza a declinar. Parece que principio y fin son lo mismo. Nacimiento y muerte y mil flores que apuntan hacia Buenos Aires.
Andrea

martes, 20 de septiembre de 2011

Pájaros

Cada tanto en la oficina se escuchan cantos de pájaros. Es raro porque el lugar está situado en pleno centro de la ciudad, lejos de cualquier cosa llamada árbol, muy lejos de toda posible situación de bosque. Sin embargo, a eso de las cinco o seis de la tarde, se empiezan a escuchar cantos de pájaros. Resultan demasiado nítidos como para ignorarlos. Todos los empleados alzan levemente la cabeza. Los ojos vacíos observan algo por encima de las pantallas. Pero sólo vemos una gran pared y ventanales y sillas y escritorios y carpetas y todas esas cosas. No hay aleteos. Ni siquiera sombras de aves o de cualquier cosa que se parezca a un ave. Pero se escuchan cantos de pájaros. El dato, en sí mismo y más allá de las especulaciones del caso, es definitivo.
L.

Cambio de estación

Sensación de no haber hecho bien las cosas. Todo a medias, inacabado, mal resuelto. Pensar en otras posibilidades, cambiar procedimientos, hacer planes. No hacer planes. No cambiar procedimientos. Insistir en la insistencia y fracasar mejor. Eso.
L.

Este blog

Escribe Eugenia, lectora fiel, para calificar al blog como un oasis. Es buena imagen. Un estanque de agua, algunas plantas mudas, palabras que no dañan. No está mal. Algo parecido han dicho en el pasado Jessica, Amaranta, Pablo. Este blog es o pretende ser exactamente eso. Una burbuja en el desierto de los ruidos. Hay un bombardeo afuera. Todo muy lleno. Hace falta agujerear un poco la tela estridente. En las cuevas sobrevivimos hasta que pase el temblor. Y este blog es una cueva. O, también, una gota que cae.
L.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Libros marcados


Subrayar un libro -con lápiz o marcador- es una manera de volver a escribirlo. Es, también, una inscripción interna, un grito de alerta, una iluminación. Subrayar un texto es también negarlo, destruírlo, matarlo, convertirlo en una prótesis que no respira. Los libros marcados nos marcan. Pero hay algo todavía más interesante y es todo lo que ha quedado en un libro sin subrayar. Lo dejado de lado (lo olvidado) será nuevo mañana. Como esas personas que ayer dejamos pasar con indiferencia y hoy, ahora, justifican la vida.
L.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Erotismo

Amor desaparecido, el relato publicado más abajo, parece erótico, es decir, algo situado en el orden de lo sexual. ¿Por qué? Porque pueden encontrarse ahí palabras "fuertes" como beso con lengua, pechos, sexo, pubis, etc. El cuento, sin embargo, tiene poca relación con la anatomía. Si queremos buscarle un asunto habría que introducirse, con perdón de la expresión, en la falta de amor. Hay alguien ahí que desea recrear sensaciones pasadas que no son fáciles de recuperar. Sería entonces un cuento sobre la ausencia de algo, sobre la falta de deseo, sobre aquello que se resiste a vibrar como antes. ¿Estamos ante a una historia de amor? ¿Un cuento erótico? ¿Un texto decididamente pornográfico? No. Estamos ante una demostración más de la inutilidad que tiene el acto de clasificar la literatura en géneros. Y comprendemos algo más importante aún. Que la ilusión del sexo puro no es más que eso. Una ilusión.
L.

Amor desaparecido


Lo mira insistentemente. Lo toca dejando perdurar sus dedos en las líneas de su boca. Lo besa con labios y lengua. El arrobamiento no aparece. Lo vuelve a abrazar, lo suelta, toma distancia para evaluar con el entendimiento lo que le niega la emoción. Él es el mismo pero ella no desentraña en él aquel brillo que otrora la iluminaba. Sus manos son las mismas y cuando las toma entre las suyas cree reconocer una tibieza conocida, pero, si bien la tibieza está, pareciera que de algún modo fuera segregada sin intención ni mensaje y existiera por su propio continente natural, las manos. Se aparta. Observa la situación tratando de buscar el punto donde sea posible recomenzar. Se esfuerza por clavar su mirada en sus ojos y transmitirle una pasión incontenible. Dice dos o tres frases intentado crear una situación de reacomodamiento amoroso. Sonríe y entorna los ojos retrotrayéndose a gestos de seducción que antes bordeaban el desmayo pero que ahora se disipan contra paredes blandas y sin resonancias. Vuelve a poner sus labios en su boca queriendo extraer una sensación distante que vuelva a dibujar la forma del deseo. Se aprieta contra su cuerpo y hace coincidir, como tantas veces, su pubis contra su sexo. Él la besa, la mira con ojos profundos y pronuncia las palabras siempre, siempre. Se aparta, toma distancia y trata de reconocer en ella el paisaje anterior al desierto, el vergel en el que se amaban. Insiste en el acercamiento y apoya sus pechos buscando la morbidez. Pasa su mano por la espalda de ella. Llega a la cintura, cierra los ojos, busca el convencimiento.

Amor desesperado

Elogio de la espera

Esperar a alguien es lo más parecido a la esperanza. No es un acto pasivo. Al contrario. El cuerpo se mueve de una punta a otra de la sala. El cuerpo, el alma, los sueños. Con la espera todo se cubre de ilusión. Algo o alguien llegará de lejos y traerá en su alforja las llaves que faltaban para abrir todas las puertas y, también, para que florezcan mis flores. En la espera hay una foto fija que se convierte en película. Lo que estaba inmóvil vuelve a circular. La espera no termina jamás. Es la fuente invisible del deseo y de la vida.
L.

Y todo así


Se reía con ganas y se burlaba de mi densidad. Y todo se fue dando en esa línea de encontrarnos pero no, de hablarnos pero sí, de quedarnos más o un poco menos. Y luego pasar de largo por la calle de las funerarias, dejar atrás la plaza, la feria, la catedral iluminada, la avenida del mar, la música encerrada en cada caracol hallado al azar, en la parte de la playa donde la arena se vuelve dura de tan mojada, su entrepierna, poniendo el caracol en la oreja o más abajo como para comprobar que ahí sí hay tempestades. Y el horror que produce volver una vez más sobre la misma historia. Como pensar que lo nuestro, o lo de ellos, fue soñado por otros solamente para probar que no se puede, algún dios cruel, el mismo que nos empujó a la cama cuando todo era o parecía tan perfecto, sin decir palabras, sin canciones, sin siquiera una sola explicación, y cuando ya se habían jugado todas las cartas y los banales sacrificios del final.
L.

Una visión diferente

Y todo así II

Como ese miedo de las manos al tocarse. Ese horror que también da placer. Si presiono demasiado la pierdo, dice él. Bajan los dos como en un tubo que gotea sombras. Se oyen pasos de alguien más. Sí. Claramente. Hay un tercero que cae y está cerca. Como ese miedo a que todo se termine. La burbuja va a estallar. Voy a sufrir, se oye decir. Pero no. Vuelve a ser niño. Pompas de jabón en un baño de la infancia. El vapor no deja ver. Una tras otra se disuelven y plop. Eso es todo. Sí. Como se pierde el sabor de las manzanas. El ascensor, la calle, el beso en la boca y los cuerpos húmedos de tanta sed. Ella podría ser alta o demasiado robusta, piensa él. Podría acaso estar viviendo en París y haberse casado con un perro. No sé. Tal vez presioné un poco más de lo debido. El bar en penumbras, el saco doblado en su brazo, así como viene el amor se va, y él, tras dejar unas monedas aplastadas en la mesa, sube como siempre a la bicicleta muda, absurda y desnuda. Como ese miedo de las manos al tocarse. Como si por fin deseara que nada (nada) hubiera sucedido.
L.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Deseo y necesidad


Conviene no igualar deseo y necesidad. La necesidad nace de un estado de tensión interna y se resuelve más o menos fácilmente. Comer si se tiene hambre. Beber si se tiene sed. El deseo es algo más profundo y definitivo y secreto. Se relaciona con recuerdos infantiles. Con signos de algún modo indestructibles. La necesidad alude a objetos específicos. Puede, por eso mismo, encontrar satisfacción rápida. El deseo permanece oculto y suele ser reprimido por muchas razones. Darle rienda suelta o tratar de realizarlo al menos en parte equivale a vivir de verdad. Y eso, claro, resulta siempre y en todos los casos tan o más peligroso que la libertad.
l. 

Beneficios del poder


En una tribu amazónica que describe Lévi-Strauss el jefe tiene una serie de obligaciones agobiantes. Participa de los trabajos comunitarios, en caso de guerra debe estar al frente de las acciones, anualmente distribuye sus bienes entre sus súbditos. Como compensación por esas cargas goza de un solo privilegio. Es el único en esa tribu monógama que tiene derecho a poseer varias mujeres En eso reside su majestad. Poder = sexo.

Voces

Intimidad como espectáculo


Una persona es libre de hacer lo que quiera. Mientras no haga daño puede drogarse, tener sexo en grupo o en soledad, leer un libro, no leerlo, viajar a Francia, escribir en un blog como este o como cualquiera, desnudarse, beber, vestirse, hacer pis, masturbarse, bailar, etcétera. La pregunta es por qué debe compartir esas y otras actividades con grupos cada vez más amplios de individuos. O, también, por qué no se puede disfrutar íntimamente de una actividad propia sin comunicarlo a la población. Esta dudas nacen de un paseo rápido por twitter, feisbuc y otras redes sociales. Supongo que la gente debe estar muy sola. Muy pero muy sola y triste y desolada. Porque en caso contrarío haría las cosas, todas y cada una de las cosas, sin necesidad de convertirlas en un show espectacular que, para colmo y encima, suele ser de mala calidad.
L.

Un sueño

Escribir sin ideas


Suelen decir los alumnos en los talleres de escritura que no tienen ninguna idea. Que están bloqueados. Que cuando se les ocurra algo van a escribir. Dicen eso a veces. O también. Se me ocurrió una idea buenísima pero no tengo tiempo de sentarme a escribirla. Ambos argumentos son excusas inconscientes. Son una especie de atajo brillante para escapar del problema. ¿Y cuál es el problema? Sencillamente escribir y soportar, al hacerlo, la posibilidad de que el volcán interior entre en erupción. Mientras nada se diga ese peligro será puesto a raya. Pero sólo por un tiempo. En cualquier momento el río se desborda y no hay manera. Escribir sin ideas es peligroso dado que invita a tenerlas. Y pensar es realmente una desgracia en estos tiempos. Escribir y pensar no garantiza nada bueno a las personas. Al contrario. Puede volverlas más infelices y tristes y escépticas. Pero, a la vez, puede devolverles la vida que perdieron en medio de tantos entretenimientos estériles. Habrá que elegir.
L.

viernes, 16 de septiembre de 2011


Esos días no habían sido buenos sin mi prima Angélica. Cuando entraba en la casa de mi abuela lo primero que hacía era buscarla en su habitación. Siempre la encontraba mirando por la ventana como quien espera la llegada de alguien sin saber quién. Yo la llamaba. Ella sonreía al verme y me decía que ya tenía planeado el juego de hoy. Podíamos ir a la alberca. Atrapar los peces de papel que había estado dibujando la noche anterior. O levantar las piedras del jardín para descubrir la extraña organización de los ciempiés. Pasábamos las horas construyendo habitaciones, puentes y autopistas que los insectos se negaban a transitar. Hasta que el frío de la tarde nos obligaba a regresar a la casa. Era entonces cuando llegaba el instante preferido y maldito a la vez. Mientras los adultos tomaban el café de las cinco, nosotras nos encerrábamos en el baño para observar clandestinamente las fotos del álbum que mi abuela ocultaba en el estante más alto de la biblioteca. Desfilaban imágenes de gente que no conocíamos. Inventábamos historias sobre fiestas transcurridas hace tiempo, bodas pactadas, traiciones. Apenas sentía que la conversación de los grandes estaba a punto de terminar, Angélica saltaba las páginas del álbum hasta llegar a su foto preferida: la de una mujer joven mirando por la ventana como quien espera la llegada de alguien sin saber quién.
Andrea

El basurero del olvido


Que yo esté muerto no me preocupa. Lo que me aterra es el olvido. Cuando me muera, si es que estoy vivo, seguramente algunos de ustedes me recodarán, cosa que por anticipado les agradezco y me tranquiliza, aunque no del todo, porque cuando ustedes se mueran ¿qué? ¿quién me va a recordar? ¿google? ¿su wikipedia? Google y su wikipedia son el basurero del olvido. A mí me gusta que me recuerden neuronas vivas, no átomos muertos ni microchips.

Fernando Vallejo / Escritor colombiano

Ideales

La última persona que vio con vida a Ernesto Guevara (antes de su fusilamiento en la escuelita de La Higuera en Bolivia) fue una maestra rural. Ambos mantuvieron una breve conversación. La mujer no podía creer que un médico renombrado y culto, joven y hermoso, hubiese terminado en semejante estado de desastre. Sucio, enfermo, a punto de ser ultimado como una rata. La maestra quiso conocer la causa o las causas. Guevara se limitó a responder con una única palabra. Ideales. No soy quién para discutir con el Che. Además está muerto. Admito que el acto de inmolarse por un ideal es algo que suena bien. Religioso. Heroico. Pero, visto de otro modo, puede ser una salida fácil. Mucho más fácil que ensuciarse con la indigna vida cotidiana. Sus sinsabores. La inaguantable gama de grises. La noción de ideal resulta más encantadora. Pero habría que ver. Lacan decía que, de última, los ideales son depresivos. ¿Por qué? Porque junto a ellos todo lo que hay resulta pobre, insignificante, casi estúpido. Y esa sensación de estar sumido en la mediocridad no resulta para nada alentadora. Vivir sin ideales, en cambio, obliga a soportar lo que le falta a todas las cosas. Ernesto Guevara no pudo. ¿Quién podría? No hay respuestas por ahora. 
L.

Caballos en la niebla

Deseo y prohibición


Dice Georges Bataille que el amor carnal, sentimental, divino o todo eso a la vez expresa notalgia por la continuidad. Es, podría decirse, una pregunta por la supuesta fusión perdida en un pasado remoto. Visto así el amor sería la búsqueda de un imposible. Pero el autor de Lágrimas de eros (1897-1962) dice algo más. No es concebible ya, para los humanos, volver a la sexualidad animal, esa en la que todas las prohibiciones quedan abolidas. Transgredir una prohibición no significa anularla. Al contrario. La prohibición es tan necesaria como su violación. Una interdicción sería insoportable sin desafiar las normas. Pero la infracción a una ley sería al mismo tiempo inviable sin la prohibición que la hace culpable y especialmente deseable.
L.

jueves, 15 de septiembre de 2011

El sol es verde


El cielo no es azul sino negro. El sol es verde -no sale ni se pone- y se mueve en el espacio a una velocidad de 220 kilómetros por segundo. Alrededor del punto inicial del Big Bang no había nada. Lo de afuera estaba adentro. Las nubes no contienen vapor sino ligeras gotas de agua. No hay agujero de ozono sino un adelgazamiento de la capa formada por ese gas. La niebla no se levanta. El rocío no cae. Ni siquiera la nieve es blanca. Habitamos un mundo casi totalmente desconocido. No vemos átomos pero eso no prueba su inexistencia. Añoramos algo sin nombre ni lugar. Vivimos y no sabemos qué es la vida. Amamos y no sabemos qué es el amor.
L.