sábado, 17 de septiembre de 2011
Intimidad como espectáculo
Una persona es libre de hacer lo que quiera. Mientras no haga daño puede drogarse, tener sexo en grupo o en soledad, leer un libro, no leerlo, viajar a Francia, escribir en un blog como este o como cualquiera, desnudarse, beber, vestirse, hacer pis, masturbarse, bailar, etcétera. La pregunta es por qué debe compartir esas y otras actividades con grupos cada vez más amplios de individuos. O, también, por qué no se puede disfrutar íntimamente de una actividad propia sin comunicarlo a la población. Esta dudas nacen de un paseo rápido por twitter, feisbuc y otras redes sociales. Supongo que la gente debe estar muy sola. Muy pero muy sola y triste y desolada. Porque en caso contrarío haría las cosas, todas y cada una de las cosas, sin necesidad de convertirlas en un show espectacular que, para colmo y encima, suele ser de mala calidad.
L.
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