domingo, 18 de septiembre de 2011

Y todo así


Se reía con ganas y se burlaba de mi densidad. Y todo se fue dando en esa línea de encontrarnos pero no, de hablarnos pero sí, de quedarnos más o un poco menos. Y luego pasar de largo por la calle de las funerarias, dejar atrás la plaza, la feria, la catedral iluminada, la avenida del mar, la música encerrada en cada caracol hallado al azar, en la parte de la playa donde la arena se vuelve dura de tan mojada, su entrepierna, poniendo el caracol en la oreja o más abajo como para comprobar que ahí sí hay tempestades. Y el horror que produce volver una vez más sobre la misma historia. Como pensar que lo nuestro, o lo de ellos, fue soñado por otros solamente para probar que no se puede, algún dios cruel, el mismo que nos empujó a la cama cuando todo era o parecía tan perfecto, sin decir palabras, sin canciones, sin siquiera una sola explicación, y cuando ya se habían jugado todas las cartas y los banales sacrificios del final.
L.

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