¿Qué sentido tiene escribir en el blog sobre lo que ya se sabe? ¿No es más interesante hablar de lo que no sabemos para tratar de entender al menos algo de todo eso? Es más lindo concebir la escritura, y aún la vida, como un acto de descubrimiento. No como la transcripción de ideas precocinadas. No como una eterna repetición. No como las telarañas de la costumbre. Un tal Hemingway desarrolló la cuestión de la mejor manera. He visto al pez vela aparearse y sé de eso -ejemplificó-. De modo que lo dejo afuera. He visto un cardumen de más de cincuenta cachalotes en el mar. Una vez le dí con el arpón a uno de casi sesenta pies de longitud y lo perdí. De modo de que lo dejé afuera. Dejo afuera de mis textos las historias que conozco El conocimiento es la parte sumergida del iceberg. Y si aplicamos la idea a la vida cotidiana mejor aún. ¿Qué sentido tiene vivir lo ya vivido una y mil veces? ¿Acaso no radica todo o casi todo en la sorpresa? Si no esperamos lo inesperado -decía Heráclito- nunca lo encontraremos.
L.
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