Casi todas las especulaciones que se hacen sobre la infidelidad se basan en estrictos principios morales. Pero la moral es un factor histórico y esencialmente ambiguo. No es lo mismo la imperante en la época victoriana, en el medioevo, en la Argentina o en Afganistán. Leí que para un esquimal es signo de buena educación ofrecer su mujer al viajero para que se acueste con ella. Cuando el visitante se niega el anfitrión se siente gravemente ofendido y le pega con un palo. Imaginemos la situación. Afuera hace un frío atroz. No hay calefacción en el iglú. La manera más fácil de calentarse es el cuerpo humano. La mejor de todas se concentra en la cálida piel de las mujeres. Sería absurdo proponerle al hombre que se acueste con el marido o con una foca. La actitud de los esquimales es, por lo visto, una solución moralmente sana, generosa y principista.
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