jueves, 2 de agosto de 2012
Mundo inmundo
El mundo herido y cansado parece empeñado en continuar agravando sus casi infinitos padecimientos. Los reyes, los sabios, los políticos, los comunicadores sociales, las hadas y los brujos coinciden en que el único camino posible y conveniente es adaptarnos a los cambios para no terminar en la ruina o la muerte anticipada. ¿Y en qué consiste, para ellos, adaptarse a los cambios? Muy sencillo. En salvar a los bancos y a las cosas en detrimento de las personas. Ser cada vez más individualistas, dejar que los pobres, los locos y los ancianos se mueran lo antes posible, es decir, que no molesten. Que se monten sangrientas expediciones militares en nombre de los derechos humanos. Que reine para siempre el poder ilimitado de una oligarquía industrial, agraria y financiera y un parlamentarismo maquillado compuesto, como decía Marx, por los apoderados del capital. ¿Ese futuro dejaremos a nuestros hijos? ¿En ese mundo inmundo habremos de convivir? No necesariamente. Para vivir en el presente no es obligatorio odiar y destruir el pasado. No existe una cultura digna de ese nombre que no de lugar al amor y al respeto por la gente y la naturaleza. Apostar por el suicidio colectivo en nombre de la felicidad de unos pocos no parece un buen plan. Y si ese es el plan deberíamos, sí, combatirlo desde el principio hasta el fin.
L.
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