Las palabras que callamos eran las que deberíamos haber pronunciado. Los gestos que guardamos por pudor eran los que deberíamos haber cumplido. Los actos que nos parecieron triviales eran los que se esperaba de nosotros. Otros los hicieron en nuestro lugar. Paguemos ahora las consecuencias.
Julio Ramón Ribeyro/ Prosas apátridas
Por delicadeza perdí mi vida, solía decir Arthur Rimbaud.
ResponderEliminarJime.