Y fue así como detrás del temible arenal que rodeaba a la isla me rendí a la fuerza de los hechos. Desaté el hilo que aún ajustaba un nudo invisible en torno al corazón. Ya es hora de aprender a vivir sin globo, me dije. Sí. Ya es hora. Y lo solté en el viento hasta verlo perderse como un punto apenas insinuado en el cielo de la casa.
L.
Muchas cosas en pocas líneas. Me gusta tu economía de palabras y todo el torrente que de ahí se desprende.
ResponderEliminarSil
Que bueno Luis, esto del globo. Puede ser un sentimiento, una obsesión, el recuerdo de ese muerto que no dejamos partir en paz, una deuda con otra vida...también me gusta la idea del cielo de la casa,
ResponderEliminarmuy bueno el blog
e