Georgina buscaba a un hombre con buen cuerpo y lo encontró. Cuando lo vio desnudo casi se desmaya. Pero era hueco, dice ahora. Un tarado. Tras dos encuentros con gusto a nada lo dejó. Luego pensó que lo que más le convenía era un intelectual. Fue a la facultad de la calle Puán y ahí estaba el indicado. Era un chico alto, seductor, experto en Spinoza. En la cama, sin embargo, resultó un fiasco. Georgina pensó que mejor sería un novio que la hiciera reír. Encontró a Mauro: irónico, bromista, un showman sin igual. Pero no era tierno y raramente la besaba. Hizo un nuevo intento con Luciano, renombrado actor del off que trabajaba haciendo encuestas en Villa Soldati. Era culto, sensible, un amor. Hasta militaba en el MTD y luchaba contra la precariedad laboral. Lástima que pasaba todo el tiempo en los ensayos o con los compañeros pegando carteles en Barracas. Georgina pensó que ya no hay hombres. A continuación se anotó en un grupo de autoayuda para mujeres que aman demasiado. En la primera reunión dijo: quiero todo concentrado en una misma persona. ¿Tendrá suerte? ¿Qué debe hacer?
L.
Excelente! (sobre todo por lo de ese grupo de autoayuda)
ResponderEliminarDebe dedicarse a focalizar su energía en sus proyectos; como una vez me dijo alguien que sin querer estaba acertando en un momento de mi vida.
ResponderEliminarNada mejor que dejar los problemas amorosos a un costado para poder canalizar la energía (especialmente, la que se empeña en el amor)en la realización de un proyecto personal, en las pasiones de cada uno. Lo que nos falta se imagina, se sueña. El amor nunca es perfecto, jamás. Pretenderlo es ser al menos ingenuo e ignorante de lo real. Por suerte y por desgracia el amor nunca es absoluto, como nada en general.
Me gusta la idea del texto. Gracias por subirlo.
Puede consultar al doctor Frankestein, que le puede armar un hombre con las mejores partes de varios.
ResponderEliminarconvertir la búsqueda en utopía...uno camina dos pasos y la utopía se aleja dos pasos diría Galeano.
ResponderEliminarbuen relato, maestro!
yo diria que uno camina dos pasos y la utopia se aleja cuatro.
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