Los enamorados creen acceder a un nivel superior de la existencia. Sienten por momentos que tocan una plataforma inalcanzable para los demás. Quien ama se lleva todo por delante. Está desnudo en un mundo poblado de gente vestida. Se coloca, por qué no, al margen del tiempo y el espacio. Un amargado podría decirles que la exaltación lírica no va a durar mucho. Podría decirles que la realidad es otra cosa. Podría decirles, citando a Spinoza, que los hombres se equivocan al creerse libres. Pero a los enamorados no les importa nada. Son invisibles. No existen. No saben de estrategias. Por eso se dice de ellos que están situados a la vuelta del mundo. Y por eso, también, despiertan la envidia sana e insana de todos los demás.
L.
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