domingo, 17 de julio de 2011

Carta desde Colombia


Llevo más de nueve horas en la oficina. Me duele la espalda. Siento que la columna vertebral tiene una pequeña desviación hacia la izquierda en la parte que se acerca al cráneo. ¡Auxilio!, grito hacia adentro, como si mi conciencia pudiera hacer algo. Y enloquezco. Quisiera estar aprendiendo a bailar tango o samba o salsa o son. Moviéndome. Moviendo los pies. O haciendo el amor. Sudando, besando, probando. Pero no acá. No así. Caminando por mi calle favorita, llena de olor. O cabalgando en la finca de mi padre. Con el sol quemándome la espalda. Escuchando sólo los cascos del caballo tocar la tierra árida y el polvo que se levanta. Y la brisa caliente.
Andrea

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