miércoles, 13 de julio de 2011

Fito Páez, arte y política


En diversos perídos históricos el poder impuso a los artistas la obligación de producir obras edificantes. Debían tirar buenas ondas. Ofrecer héroes positivos. Expandir un optimismo falso pero efectivo. Eso pasó, entre tantos lugares, en la ex Unión Soviética (realismo socialista) y en Estados Unidos en determinados períodos del siglo pasado. Se le exigía a los músicos, pintores, novelistas escapar de la verdad y mentir para ayudar a consolidar las bases del sistema dominante. Muchos murieron por oponerse a las obligaciones morales. Hoy sabemos que las buenas obras nada tienen que ver con la moral. Lo único que importa es la calidad. Todo este preámbulo sirve para defender el derecho de un tal Fito Páez a despotricar contra los resultados recientes de los comicios porteños. Veo a un montón de bienpensantes rasgándose las vestiduras por el presunto "extremismo" del autor de Ciudad de Pobres Corazones. Fito Páez dijo en Página/12 que la mitad de Buenos Aires está conformada por gente sin swing y un sector próximo al fascismo. Puede ser una exageración. Pero Fito es un artista y tiene derecho, desde ese lugar, a decir lo que se le cante.
L.

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