Algunos recuerdos permanecen intactos. Por momentos parecen peces congelados, primitivos, que de pronto son hallados en un desierto. Como esos peces algunos recuerdos se han movido alguna vez en la profundidad más oscura. Agitaron aletas y el cuerpo entero en un instante que fue todos los instantes. Algunos recuerdos, como ciertos bloques de hielo, no quieren derretirse ni en verano. Y de nada vale arrojarlos como piedras al lago para que hagan agujeros en el agua y se pierdan. Algunos recuerdos resisten como perros. Y ladran a veces de rabia o emoción. Algunos de esos peces o perros esconden un hueso en un hueco inaccesible. No lo esconden. Lo entierran. Pero es inútil. Más temprano que tarde son descubiertos por algún extraño deportista que se empeña en arruinarnos la vida.
L.
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