martes, 2 de agosto de 2011

Internet o la vida


El simple acto de conectarse a Internet y actualizar el perfil de Faceook y Twitter le insume a cada individuo o individua unas cien horas mensuales. La hiperconexión de pilotos aeronáuticos produjo ya tres accidentes de avión (doscientos pasajeros promedio murieron en cada caso) y un choque de trenes en la Argentina. Los conductores estaban enviando mensajes de texto a sus novias. Debe haber otros episodios pero para qué detallar. Leo en el diario el caso de  Nicholas Carr, profesor de literatura graduado en Harvard, quien desde que descubrió Internet ya no puede leer un libro entero. Entró en un estado similar al autismo. La situación llegó a tal extremo que Carr y su mujer decidieron abandonar sus ultramodernas instalaciones de Boston y fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado. Es un lugar sin celulares y sin Internet. Pronto la humanidad lúcida seguirá los pasos de Carr y su esposa. También yo voy a hacerlo, esta vez, sin suspender el viaje.
L.

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